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Las Doce Moradas del Viento - Ursula K. Le Guin


Rita Vicencio (Errantus Aquila)
24 de noviembre de 2005, a las 19:33

Ursula K. Leguin es una escritora prolífica, de textos inteligentes, que combina hermosas metáforas con una fuerte carga ética y social. Sin embargo, la magia de su prosa hace que no se sienta uno sermoneado, al fluir su discurso con gran naturalidad. Lo mismo ha incursionado en la ciencia ficción, de la cual es una gran exponente dentro de la mal llamada corriente soft, con obras tan importantes como La mano izquierda de la oscuridad y Los desposeídos, como en la fantasía, con la saga de Terramar, originalmente una trilogía, que ha ido creciendo posteriormente lejos de los terrenos del merchandising que sobreexplota la fantasía en nuestros días.
Empezada a finales de los 60’s, la saga de Terramar nos transporta a un mundo casi sumergido por completo, del que sólo destacan islas que parecen haber sido salpicadas por accidente sobre el espejo marino. Éste es un mundo donde abunda la magia, controlada a distintos niveles por brujas y hechiceros, donde los nombres son importantes pues tienen poder sobre la persona. Y por lo mismo resulta crucial saber quién se es en realidad y a quién se confía esa información.

Terramar, alguna vez dominada por dragones, está regida por leyes mágicas muy precisas, de un delicado equilibrio, por lo que el poder sobre las mismas conlleva una gran responsabilidad. Es en este ámbito donde se presenta nuestro personaje principal y héroe: el mago Ged, mejor conocido como Gavilán. Nacido en una de sus islas, comienza su travesía con su bautizo, otorgado al inicio de la adolescencia, etapa que coincide con el descubrimiento de la propia identidad y la búsqueda de un lugar en el mundo. Surgiendo desde un humilde origen -pastor de cabras-, paulatinamente se convierte en el ser humano más poderoso de todo Terramar, un ser capaz de hablar de igual a igual con los dragones, de devolver su identidad a aquellos que la han perdido, de enfrentarse a los más aterradores espectros y atravesar los más terribles peligros, hasta llegar al momento de la confrontación consigo mismo. Y es en este momento cuando la saga se desbarranca, al menos para la mayoría de los lectores, que sólo buscan la aventura y se identifican con el anhelo de poder y control.

Esta primera etapa de la saga fue escrita con escasos años de diferencia y publicada en un lustro. La cuarta parte, escrita por una Ursula más madura y publicada casi 20 años después, nos presenta el otro lado de la moneda. Si en la trilogía original el poder y gloria de Ged crecen cada vez más hasta llegar al límite, en Tehanu las cosas han cambiado radicalmente. La autora tomó la sabia decisión de humanizar al personaje principal y mostrarnos una faceta más madura. Asistimos a la historia de aquél que todo lo ha tenido y lo ha perdido todo, las frustraciones de la vida diaria y la necesidad de hacer frente a una amenaza desconocida que va cambiando el mundo que creía conocer. Como mencioné al principio, este libro no es del agrado de todos ya que ha de ser enfrentado con una visión más madura y "realista", dentro de éste entorno mágico de hechiceros y dragones.

Estos son los antecedentes de la última entrega, En el otro viento, publicado en su idioma original después de una década del controvertido Tehanu. Claro está que, para entrar en antecedentes, es conveniente haberse leído los relatos sueltos recopilados en Cuentos de Terramar o, por lo menos, Dragonfly, tan terriblemente destripado por el propio traductor de Leyendas Negras, publicado en la colección DeBolsillo.

En esta nueva entrega reencontramos a viejos personajes, nuestro querido Ged, la ya no tan pequeña Tehanu, la antigua sacerdotisa Tenar y al joven Rey, así como los infaltables grandes magos de la isla de Roke. Una vez más, como ocurría en La costa más lejana, el delicado equilibrio de la vida y la muerte se ve alterado. Los muertos tratan de abandonar las tierras estériles donde no debería haber sentimientos ni memoria y, sin embargo, el gran anhelo de escapar los lleva a buscar la ayuda de un mago, Aliso, que noche tras noche se ve arrastrado al lado del muro que divide la vida de la muerte, donde aquellos que han fallecido le suplican que les libere. Y, como si éste no fuera suficiente problema, los dragones han regresado decididos a reclamar lo que es suyo, ese trozo de mundo que les fuera usurpado miles de años atrás.

Si en los anteriores libros se destilaba algo de la filosofía taoísta de la Le Guin, en este caso no queda ninguna duda de que la usa para mostrarnos el conflicto de la propia existencia humana a través de una fábula bien estructurada. Curiosamente, el gran Archimago no es el personaje principal de este drama sino un mero espectador distante que ha dejado en manos de las mujeres la verdadera resolución del conflicto. Un conflicto que, guste o no, llevará consigo a un gran cambio. Y ésta es la esencia de lo que la autora nos habla: no hay que temer al cambio sino a la inmovilidad. La vida requiere de la muerte para seguir en marcha. Una compleja fábula sobre el ying y el yang donde los dragones representan los elementos del aire y el fuego, mientras los humanos somos el agua y la tierra, todos tratando de llegar a volar en el Otro Viento.

La historia gira en torno a un solo tema: El miedo y sus múltiples matices. No en vano comienza relatando una trama que perfectamente encajaría en una historia de terror. Verse cada noche arrastrado a la pequeña barrera que separa la vida y la muerte, y ser llamado para destruirla. ¿Miedo?, definitivamente sí, pero... ¿miedo a qué? Al cambio, llámese éste transición entre vida y muerte, el conocimiento de otras latitudes y otros modos de ver la vida: MIEDO a hacerse responsable del rumbo que debe tomar la propia vida, miedo de no cumplir con las expectativas que se han generado en los demás.

 Todos y cada uno de los personajes trata de descargar el peso de sus responsabilidades en Ged, que ahora se presenta envejecido, despojado de todo poder y gloria. Enriquecido por el conocimiento de sus limitaciones y que, pese a esto, sigue representando un escudo bajo el cual todos buscan cobijarse. Un rey que teme al yugo que implican sus responsabilidades; la hija de un dragón que teme enfrentar su yo verdadero; un mago que teme a sus propios poderes; una princesa que teme por su alma inmortal; una mujer madura que teme perder para siempre a los seres que ama; seres humanos temiendo a los dragones y un grupo de magos que temen a las mujeres. Todos, de una u otra forma, desean correr a cobijarse tras las tradiciones y el peso de la costumbre... Todos temiendo al cambio, a volar en alas de otro viento.

Ahora bien, me gustaría hacer una acotación. Cuando me enteré de la aparición de un nuevo volumen de Terramar, no pude evitar preguntarme: ¿Y ahora qué hará Ged? Pues bien, ahora el viejo archimago no hace nada. Le Guin toma el riesgo de desarrollar la personalidad de todos esos personajes que ha ido creando como compañeros de aventuras de su -hasta ahora- personaje principal, dejando a éste como mero espectador de fondo. Así, tenemos la oportunidad de conocer la corte del rey, su palacio de verano, los lazos que se han ido formando entre Tenar, la vieja sacerdotisa -probable encarnación literaria de la autora-, y aquellos que le rodean. Somos testigos presenciales de los miedos que atenazan al ya no tan joven rey, y su renuencia a aceptar las responsabilidades inherentes a su cargo. Poco a poco vemos desenvolverse la madeja del pasado lejano de este mundo, sin acabar de entender las consecuencias que conlleva y, mientras tanto, nos llenamos de una sensación de aprehensión y angustia ante la inminencia del cambio.

Hay varios puntos que llaman poderosamente mi atención en esta historia y que me hacen pensar que nuestra autora ya siente acercarse el fin de sus días, lo cual no resulta raro tratándose de una persona nacida en 1929. En primer lugar la aceptación de la muerte como parte del proceso que es la vida, pues la mayor parte del argumento gira en torno a este tema: la muerte propia y la de los seres amados, la preparación para un más allá y la preocupación por lo que suceda con el alma. También se habla de hacerse responsable de uno mismo y los compromisos que ha adquirido. Y por último de responsabilizarse por las propias decisiones y todas las circunstancias que les rodean.

El miedo...

Miedo al cambio, miedo a todo aquello que es distinto. Y, por supuesto, la aceptación de la propia identidad.


Publicado con permiso de la autora; originalmente en Naufragios en una taza de café

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Opiniones

Antonio - 20 de mayo de 2011
Acertado análisis. (valoración: 5)
Saludos, me llamo Antonio y soy un ferviente lector de Doña Úrsula. Descubrí la saga de Terramar hace un par de años y desde entonces estoy, casi literalmente, enamorado de su autora, de su estilo, sus sutilezas. Posteriormente he leido Los Desposeidos (la idea de una posible anarquía no autoritaria y los valores de sencillez, no consumismo y solidaridad me encantaron), El nombre del mundo es Bosque (maravilloso... tuve la impresión de que tal vez Cameron tomó alguna idea para la vertiente "ecológica" y "anti-imperialista" de su film Avatar; el libro es magistral) y actualmente estoy leyendo La mano izquierda de la oscuridad (enigmático, atractivo, sutil. como siempre comprometido).
Me ha encantado la reseña de Rita sobre la hasta ahora (y probablemente) última novela de Terramar. Y me gustaría dejar un par de impresiones personales además de las inteligentemente plasmadas.
En el corto epílogo de La Costa Más Lejana, se dice que la Gesta de Ged cuenta que éste acudió a la coronación del joven Rey y luego se hizo al mar hacia el Oeste (aunque luego se dice que en la tradición de Gont se cuenta otra versión: que Ged se perdía entre los bosques de Gont y el Rey no lo encontró cuando fue a buscarlo). Esta pequeña noticia de tradición popular dentro de la novela me hizo pensar que alguna vez, tal vez, Ged acabaría sus días "en el otro viento", con los dragones, lejos en el oeste, donde reina la sabiduría: esto es, su lugar natural, al modo en que Gandalf parte con Frodo también al oeste para acabar allí sus días. Por eso, aunque me encanta el enfoque que le da la autora al personaje del Ged anciano, supongo que aún siento anhelos de ver cómo y dónde acaba sus días (aunque si no llego a verlo, es precioso pensar que lo hace con Tenar, tranquilamente, como granjero y pastor, paseando por los bosques), o al menos saber si en efecto, al final viajó con los dragones, con los que puede comunicarse.
Además, al final de En El Otro Viento, contemplamos el gran Cambio que había vislumbrado Ogión. Es un momento precioso e intenso, y le deja a uno/a lleno/a. Pero en realidad asistimos sólo al hecho concreto, físico, en sí: el derribo del muro. No llegamos a conocer sus consecuencias de facto en el mundo de Terramar, no sabemos cómo sigue todo por allí: ¿desaparece la magia? ¿cambia la magia en algún sentido? ¿Cuál es, en realidad, el Cambio que Ogión llega a ver, cómo se manifiesta social, moral, ideológica o incluso políticamente en Terramar?
No es que personalmente demande una continuación, ni mucho menos (no soy quién, sólo Doña Úrsula hace y deshace en sus mundos), pero me quedé, tras cerrar el libro y reflexionar, con una cierta intriga sobre el devenir de Terramar, e incluso sobre los paralelismos con nuestra actialidad, realidad. Supongo que sólo habría una sexta entrega (final de la segunda trilogía), si la autora se sintiese inspirada para ello. Lo que ella decida, para mí estará bien. Es simplemente que estos dos datos, el de la noticia de Ged viajando al oeste y la cuestión sobre qué pasa tras la caida del muro, me hacen preguntarme cosas. Aunque la verdad es que así como está todo, queda precioso.
Úrsula se ha convertido en una de mis autoras favoritas. La lectura de Terramar me resultó tan intensa y enriquecedora que creo que hasta planó las semillas para ciertos cambios en mi vida.
Bendita sea Úrsula K Le Guin y benditos/as seáis todos/as.


Hana - 28 de noviembre de 2005
Acertado análisis (valoración: 4)
En el otro viento es, sin duda, la culminación necesaria a la saga de Ged y Tenar, culminación que surge, como todos los libros, de la necesidad de la autora de redondear algo en su interior. En ese sentido, es grato verificar que al menos otro lector - la autora de este texto, Rita - ha sabido leer los temas que recurren en la mente de doña Úrsula, y de la manera en que, poco a poco, van convergiendo en la rueda del tiempo y en sus creencias personales, el taoísmo que, en este libro, alcanza su máxima expresión que en otros libros de la serie - teniendo en consideración que, en todos y cada uno de ellos, es una presencia tangible -.

Gracias por el artículo, Rita.


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